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Cada década un cambio, cada cambio una oportunidad - Marichoni

Eres tan joven como

la última vez que

cambiaste tu mente

Timothy Leary



    Era la década de los 60s, tenía 20 años y mi persona en su totalidad, se preparaba para ser mamá. Mis tres hombres nacieron entre mis 24 y 29 años de edad. El mundo circundante me sorprendía con el Movimiento del 68, que me dejó un poco fuera porque mi atención estaba en esos pequeños que me necesitaban al cien por ciento.


    Sin embargo, hacia fines de mis años 20s, lo que no tenía ni pensado ni proyectado, volví a trabajar en el colegio.


    Mi década de los 30s en los años 70s del país, me centranron en el arribo de mis dos hermosas niñas que me exigían concentrarme en su cuidado, por lo que mi esfuerzo se reflejó al interior de mi hogar con un mínimo de tiempo en la escuela.


    Pero en este tiempo surgieron dos situaciones que me motivaron a salir de casa, nacieron simultáneamente dos grupos de comunidades, que posteriormente se fusionaron: por un lado, la Comunidad de las Águilas, como una comunidad de reflexión de la fe y su vivencia, grupo que, ahora, después de cinco décadas, sigue vigente en mi vida, fortaleciendo mi día a día, y la otra, el Centro de Integración Educativa, que me dio la oportunidad de ofrecerles a mis hijos educación de calidad y a mí me permitió generar un pequeño modelo académico, que sigue siendo la base de mi trabajo escolar.


    La década de mis 40s fue un tiempo de mucho movimiento físico, emocional y de reflexión sobre lo que les estaba ofreciendo a mis hijos y sobre la condición de una vida vivida con responsabilidad.


    La década de mis 50s fue la época en la que se desgranó la mazorca que era mi familia. Mi compañero de vida dejó este mundo y me encargo todo: hijos, hogar y la responsabilidad de decirles adiós, porque ellos, uno a uno, fueron abandonando el hogar para formar el suyo propio. Una de las experiencias más gratificantes y reconfortantes para conservar la fuente de la juventud, se inició al final de mis 50s y se consolidó en mis 60s, el estrenarme como abuela, como una doble maternidad. Como una nueva conexión con el futuro.

 

    La década de mis 60s me planteó la necesidad de voltear hacia mí y preguntarme y ¿ahora qué? Pues a buscar respuestas para responder.


    Una de las Comunidades, El CIE, desapareció y en ese ¿ahora qué? encontré la oportunidad de participar para construir otra comunidad educativa, increíble, cuando creía que mucho de mi mundo se había terminado.


En mis 70s logré hacerme escuchar y se movieron mis intereses, encontré trabajo y puse en movimiento mi creatividad. En ese tiempo también me integré al taller de Rosita Nissan como aprendiz de escritora, lo cual me ha dado un nuevo espacio de expresión. Por ese tiempo también constaté la maldad humana en mis bienes: un robo cuantioso de los tesoros que mis mayores entregaron en mi mano y que ellos, sin rostro y sin escrúpulos, me los arrebataron. Me ha costado trabajo volver a confiar.


    Así llego a mis 80s, en actividad y con esperanza de futuro, en un tiempo en el que constato la convulsión a mi alrededor, pero con la oportunidad de seguir diciéndole al mundo: cuenta conmigo, aquí estoy.



Ilustración: Del archivo fotográfico de la propia autora.

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