El horizonte sangra,
la brisa anuncia cercanía.
Una silueta cobra nitidez,
las miradas se encuentran.
La danza inicia.
En extremos de esa hoguera improbable.
Nos acercamos, nos alejamos.
Nuestras espaldas se curvan.
Nos flexionamos, nos extendemos.
Al ritmo de la música ancestral,
Que brota de los tambores
que llevamos en el pecho.
Un ritual en la oscuridad,
se prolonga en el tiempo.
Finalmente, cruzamos,
convertimos el abismo en puente.
El fuego arde crepitante,
hasta que no quedan más que cenizas.
Ilustración: Fotografía de Benjamin de Young en Unsplash
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