No sé qué escribir. Cuando lo pienso, no sé.
Cuando estoy frente a la hoja blanca, entonces, si, mi cerebro reacciona y me dicta historias.
Tengo un desorden terrible en mis escritos. Por eso, no hago nada con ellos.
Lo bueno es que mis escritos están en cuadernos. Pero ninguno pasado a limpio. Hace muchos años que deje de hacerlo.
La única forma de ordenar algo sería con un asistente.
Alguien más paciente que yo. Alguien cuidadoso y ordenado.
A mí, no se me da.
Creo que soy así con todo.
Si, sé dónde están mis cosas, pero ponerlas en orden es otra historia.
Eso de tener sus escritos bien guardados requiere de estrategia.
Por ejemplo, pasar a limpio cada texto que se escribe semana tras semana.
Sin eso, ya no veo como.
Se me hace que tengo una montaña de papeles redactados a mano y que tampoco puedo separar lo que siento y de lo que quiero.
Ilustración: Fotografía de Hannah Olinger en Unsplash
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