Son mis leyes desfacer entuertos,
proteger el bien y evitar el mal.
Una vez más me viene a la memoria la palabra fidelidad y su significado para la vida, lo cual parece que ahora no se desea alcanzar tan fácilmente.
Será así o no será, a mí me sigue inspirando buscarla para vivir mi día a día y reconocer dicha inspiración a mi alrededor, como la que me ofrece la fidelidad que muestra Don Quijote, el gran Caballero de la Triste Figura, que me permite creer que es posible lograrla.
Al darme cuenta de que el gran Caballero, por fidelidad a sí mismo, elige para su amor atributos inexistentes y convierte a la Aldonza en Dulcinea que ni se lo imagina, logra que ella, por él y también por amor, descubra el valor de ser fiel.
Don Quijote, al desfacer entuertos y al caminar por la campiña, descubre su sueño imposible y elige la misión de salvar al caído, al desprotegido, al carente de amor y transformarlo en un ser mejor.
Tal vez por eso, ahora, en este tiempo que vivimos, nos hagan falta algunos Quijotes que, por fidelidad a sus ideales, a su fe y a sus principios, logren alcanzar lo que parece inalcanzable, tal como lo hizo el Manchego Caballero Andante.
Por lo pronto quiero decir gracias a Don Quijote por exigirme en este tiempo que me queda de vida, ser fiel a mis sueños y anhelos, a mis compromisos elegidos en la libertad auténtica de mi ser, para buscar la verdad, para seguir recorriendo el camino por el que me he conducido y ser fiel a lo que veo, en lo que creo y con posibilidad de modificarlo sólo para entrar en contacto con cualquiera que encuentre y crea que me necesite.
Como tú, Don Quijote siempre dijiste: “elegir un amor por y con voluntad” es lo único que me corresponde, sin pedir a cambio una paga que no puede exigirse como forma de fidelidad, sino como libre respuesta de vida. Y seguir así, sin mirar atrás porque si volteo, veré todo lo que quedó pendiente y eso ya no lo puedo alcanzar. Pero lo que se ve y sea posible vivir, revestirlo de fidelidad.
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