Representas la vida que
me lleva hasta la cima,
sin volver la vista atrás.
(Mío)
Cuando nací, me vi frente a una montaña, era la vida y había que vivirla.
Al verla con ojos de niño, me decía: es fácil alcanzar la cima… y empecé a caminar y empecé a decir: ¿fácil? No, no tanto… el camino es escarpado, tiene estorbos, hay que evitarlos, o mejor superarlos, dominarlos… y seguí caminando, aunque no había camino, lo iba creando… ¿sencillo? No.
Al voltear atrás tuve que reconocer: No, no puedo dejarlo, tengo que seguir recorriéndolo porque no hay marcha atrás, no, no puedo porque al caminar, el camino desaparece y no me permite regresar.
Y empecé a decidir, a elegir con el corazón, ni modo, no lo hice con la razón.
Y seguí tratando de alcanzar la cima de la montaña, me estoy acercando, pero qué bien que no he llegado porque cuando lo logre, tal vez no habrá un mañana y todavía quiero seguir caminando… Si tropiezo en el intento, necesitaré un rescate de la mano amorosa que he encontrado en el trayecto. ¿Qué le pido? No me sueltes. Te necesito…
Ilustración: fotografía de Daniela Izotenko en Unsplash
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