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Writer's pictureCarmina Hernández Encarnación

Las verduras al quite - Carmina Hernández Encarnación



Ese día estaba más desanimada que nunca, por más que se esforzaba en idear un menú para el día, nada se apetecía, si algo llegaba a la mente, era descartado, -¡ No, guácala!


Sentada en la mesa del comedor, con rostro sostenido por ambas manos, con la mirada fija en la nada, ya fastidiada, porque sabía que, a la hora del hambre, si no está la comida, se convierte en una loba, echando espuma por la boca. ¡El hambre es canija!


No sabe cuánto tiempo ha permanecido así, al dejar su contemplación, voltea hacia la cocina que está a un paso de donde ella se encuentra.


Sorpresivamente ve cómo se abre el refri, a pesar que es de día un resplandor ilumina gran parte de la pequeña cocina.


Apresuradamente se dirige al enfriador, la luz le cegó por un instante, tuvo que parpadear rápidamente, realmente no fue tanto por la luz, sino por lo que vio: danzando ante su vista, los morrones lustrosos; verdes, amarillos y rojos, tan dispuestos a convertirse en la sazón.


Los apios guapetones con su verdor exquisito, estiraban sus hojas todas ellas frescas, las zanahorias de brillante color naranja, saludaban con un giño ¡se veían tan coquetas! ¡los jitomates todos coloraditos y cachetones, están listos y dispuestos! a ser parte del festín.


A cada quien lo fue tomando entre sus brazos, muy animada se agacha para tomar unos limones, porque una sopa sin ellos, no es delicia, ¿pues pasan ustedes a creer? Que saltaron del cajón, y se fueron rodando, -¡jijos del mais!- con harto esfuerzo logró atraparlos, se dieron a la fuga en friega.


Tan amables estos vegetales propusieron una sopa de verduras, se fueron agregando una que otra verdurita. Cómo olvidar la hermosa Berenjena que brinca tomada de la mano de una lechuga conchuda, todos listos para para la elaboración del día.


El repertorio estaba resuelto. Ella alegremente se alista a elaborar tan suculento manjar. Al sentir el agua del grifo en su mano, fue como despertar de un dulce sueño, se queda de a seis, solo atina a apretar contra su pecho estas hermosas y bondadosas verduras.



Ilustración: Fotografía de Marisol Benítez en Unsplash

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