Mole de olla - Carmina Hernández Encarnación

Patricia y yo quedamos de ir a comer a una cocina, que tiene muy buen sabor, en el menú anuncian entre los guisados Mole de Olla.

–Pos ´amos– le dije a mija. Y ándale que pido el guisado por el que íbamos: Mole de olla.

Me quede con la boca abierta de asombro por la presentación del platillo; la mitad de una papota, la zanahoria y calabaza enteras, un montón de epazote, la mitad de un mega chayote, ¿eh? – Bueno pue´– a comer que el hambre es canija.

Recordé con cuanto detalle mi mamita hacia ese platillo, era todo un ritual, cada verdura se iba sazonando a su tiempo, nada de echar todo así nomás, ¡no señor! porque hay verduras que se cuecen más rápido que otras.

Primero iba cortando las verduras, las papas en cuarterones, (así le decía ella), zanahorias fraccionadas, el chayote pelado y con finos cortes, a los ejotes quitarles los rabitos y un hilo que train por ahi, los trozaba con destreza, sin faltar el elote fraccionado.

La carne se selecciona para su aromático sabor del caldazo, a mi jefa le gustaba ver a través del vidrio del refrigerador, y con el dedo señalar los que había escogido, “esos, marchante, deme esos pedazos”

La preparación de adobo para hacerlo rojo, (ahora ya venden uno que dice “chile guajillo para Mole de Olla” la preparación química del chilito), ¡nunca se igualará el sabor casero!

Se tateman los chiles, limpios previamente, no lavados si no limpiados, se desvenan, y se hierven. Se licuan sin agua, solo ajo y sal. Coladito para que no lleve pellejitos del chile.

Casi ya para finalizar le ponía unos “cajetitos” bolitas de masa con el dedo, se le hace un pocito y se van echando al delicioso caldo.

Hoy nos sacamos la espina mija y yo, la mala impresión del restaurante con su mentado mole de olla.

Hoy comimos como con mamá, servido humeante, con harto limón. Tortillitas hechas a mano.

Gracias Diosito por no olvidar esto que nos dejó mamá.

Ilustración: Fotografía de Gustavo Zambelli en Unsplash