Libertad es mi condición natural
La libertad, como dice Joan Margarit, es la razón de nuestra vida, es una búsqueda constante. Pareciera que no nos pertenece, sin embargo, creo firmemente que es inherente a nuestra naturaleza de seres humanos. Una libertad que a mí ni se me da ni se me quita. Que se acota por desear vivir en armonía con otros, sobre todo con los que amo. Una libertad que me exige hacerlo bien para no convertirme en esclava, aunque parezca paradójico.
Miguel Hernández, poeta español, dice: Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho, esa libertad también es búsqueda para los que me acompañan en el trayecto de la vida.
Por ello pienso que mi libertad es para hacer lo que quiero y lo que puedo con lo que tengo, libertad para ver lo que, a mis ojos, me enriquece y favorece a los que están en mi mundo, libertad para crear lo que nadie ha creado, libertad para moverme hasta donde ni en mis sueños estorbe a los que amo.
Pero es difícil vivir de esa manera, haciéndolo con el marco de referencia que han creado otros y que yo asumo porque acepto mi pertenencia y entiendo que eso es lo que me toca, pero es difícil, a veces surge la rebeldía, esa sensación que dice, ante tu libertad no se claudica.
No se claudica, pero no se avasalla ni se destruye, se reflexiona, se exige y se construye, porque no puedo dejar eso que siento que es lo que me conviene y conviene a todos, si lo hiciera, no me sentiría tranquila ni satisfecha y solo el sentirme, en contraste, tranquila y satisfecha, me hace apropiarme de mi libertad, de la que es mía porque también permite a los demás ejercer la que les pertenece.
Con esto quiero decir que esa condición humana es tan humana que le pertenece a todos los que compartimos esa misma condición, por lo tanto, no es solo para mí, es mi libre expresión con otros, es mi personal manera de ser en relación con los que amo, con los que me encuentro, con los que interactúo y con los que, asentados en cualquier territorio me dicen que esa misma condición también les pertenece.
Ante esto me surge la pregunta ¿qué es eso de la libertad con la que nace cada ser humano por el hecho de existir y que no le puede llevar solo a pensar en sí ni para sí?
Como dice Viktor Frankl: La libertad espiritual no se nos puede arrebatar porque es lo que hace que la vida tenga sentido y propósito, por ello la respuesta está en la vida, en las múltiples expresiones, en las canciones, en los himnos, en el arte, en la ciencia. En fin, en el hacer del día a día, en los sentidos y en los propósitos.
Sanampay cantaba: Por el pájaro enjaulado, por el pez en la pecera… por las flores arrancadas, yo te nombro libertad. Y Nana Muskuori, castellanizando el himno a la libertad de Verdi dice cantando: Cuando cantas, yo canto con tu libertad, cuando lloras también lloro tu pena…
Todo lo que nos habla de libertad, nos pone en relación con los demás, es un constructo para toda la humanidad.
Pero el aprender a ser libre es un proceso en el que, primero hay que reconocer la propia y verdadera libertad, después ejercerla según nuestra capacidad de responder, sabiendo que mi libertad termina en donde empieza la del ser humano que me acompaña en mi tiempo y espacio.
Como proceso, aprendo a ejercerla, a respetarla y respetarme y por ella, mi lucha de cada día me marca un rumbo ineludible, trabajar y vivir para reconocer que mi libertad es mi condición natural.
Ilustración: Unsplash
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