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Reseña de la película "Ruido" - Adriana Ramos L.



La Fiscalía no me cuida, me cuidan mis amigas. Las personas afines al movimiento feminista seguro han oído derivados de esta consigna en un par de ocasiones. Esta frase queda perfectamente inmortalizada en una de las primeras tomas de la película dirigida por Natalia Beristain, en enero del 2023, Ruido.


Vemos a Julieta Egurrola (Julia) parada frente a su nueva y avasallante realidad, cuál ola gigante que llega sin piedad a desmoronar y destruir a cualquiera que no tiene ni idea de la magnitud de la corrupción y el involucramiento que tienen muchas de nuestras autoridades en esa herida profunda que continúa sangrando en el país: las desapariciones.


No indignarse ante representaciones insulsas y simplistas de un tema tan doloroso como un musical, en el cual, un narcotráficante transiciona de hombre a mujer y al hacer esto, se vuelve “bueno” creando una ONG que busca activamente a los desaparecidos de los que él mismo fue el responsable, resulta complicado. Afortunadamente, Ruido nos enmienda un poco el mal sabor de boca. Y a la vez nos rompe, con la crudeza del dolor en su más puro estado.


Si un día, —ojalá nunca— nos tocara vivir la desaparición forzada de una novia, de un hermano, de un hijo, de una madre y pasaran semanas, meses, años sin saber qué le están o han estado haciendo, sin siquiera poder vivir un duelo porque no sabes si tu familiar está muerto o sigue sufriendo. Y la Fiscalía en su ineptitud no te sabe decir nada, ¿no querríamos también quemarlo todo?


Es muy fácil quejarse de las marchas, de las pintas y bloqueos que hacen estos seres humanos desesperados porque el gobierno solo así —quizás— les brinden una respuesta, desde tu auto, cuando viajas al trabajo, cuando tu vida no fue injustamente ultrajada. Cuando eres feliz pero peligrosamente ignorante de que, bajo estas circunstancias, nadie está a salvo.


Las personas cercanas a mí, saben que jamás he ocultado mi desagrado hacia esa industria que se esfuerza en “piratizar” y en crear una apología al narcotráfico. Esas gorras, esas playeras, esas series, esa música, no solo no las comparto, no las comprendo. Tanta ceguera me hace pensar en el mexicano promedio como un grave enfermo del Síndrome de Estocolmo. Porque de nada sirven esas escuelas o apoyos que brinde el narco en algunas regiones, si son los que sostienen el machete y nosotros somos simplemente los cocos.


Y así tenemos a todos estos Méxicos diferentes, unidos en una misma bomba de tiempo, los que glorifican la narcocultura, los cómplices gobiernos que defienden sus intereses, y las víctimas; desde las que marchan y se organizan, hasta las más activas y valientes que realizan las búsquedas, las bien llamadas, madres buscadoras. Las que se juegan a diario el pellejo porque una vez que les arrebatan todo, se pierden los miedos.


Ruido es eso. Una hora y media de pura realidad directita a la vena. En la que Julia, busca a su hija Ger, desaparecida durante nueve meses. Se enfrenta a la indiferencia y burocracia de las autoridades, formando finalmente parte de una red de mujeres que comparten su dolor y determinación, desde víctimas, hasta activistas y periodistas que también arriesgan su vida en este país totalmente corrompido y en manos de nadie. O en las de alguien, con las armas y el corazón despiadadamente de piedra.


Al ser por sí misma una historia con muchas aristas, se sostiene fácilmente, son algunos pero muy atinados los elementos de ficción que Beristain mezcla magistralmente con testimonios reales de diferentes colectivos de búsqueda que existen en México para buscar a los más de 90,000 sueños, metas y objetivos que simplemente fueron elegidos o no, pero sí arrebatados desde la mal nombrada guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón.



Ilustración: Imagen de la Película "Ruido" de Natalia Beristain.

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